El efecto de proximidad es la exageración de los sonidos de frecuencia baja que se produce en un micrófono direccional cuando éste es colocado muy cerca de la fuente.
Este efecto de proximidad ejerce una influencia en la respuesta en frecuencia de un micrófono direccional. A partir de una distancia de algunos centímetros de la fuente sonora, podremos observar como aumentan los graves a medida que acercamos más el micrófono a la fuente. El efecto de proximidad puede ser una bendición o una maldición, dependiendo de cómo se utilice. Un cantante puede obtener un sonido más profundo cantando muy cerca del micro, y cambiar en un momento determinado a un sonido más brillante cantando más fuerte mientras se aparta un poco del micrófono. Este uso creativo del efecto de proximidad necesita un poco de práctica, pero resulta muy efectivo. Por otro lado, cantar al mismo nivel, pero moviendo el micrófono adelante y atrás, creará problemas de balance tonal, además de alteraciones en el nivel general del micrófono. Algunos cantantes prefieren cantar siempre muy cerca del micrófono para “engordar” su voz. También se utiliza esta técnica para añadir énfasis a una locución.
En sonorización en directo, el efecto de proximidad también puede ser utilizado para controlar la realimentación acústica. Si el artista canta muy cerca del micro, pero no necesita esos graves extra, es posible utilizar un ecualizador para disminuir la respuesta en graves de ese canal. Esto hace que el micrófono sea menos sensible a la realimentación de frecuencias bajas, dado que es menos sensible a cualquier señal de frecuencia baja que llega procedente de una distancia superior a unos pocos centímetros. Esta técnica de ecualización también ayuda a reducir los inconvenientes ruidos de manipulación.
Sin embargo, si lo que se desea es eliminar totalmente el efecto de proximidad, podremos conseguirlo utilizando un micrófono de tipo omnidireccional, en lugar del de tipo direccional. La decisión de utilizar un micro direccional u omnidireccional puede depender de la aplicación en la que va a ser utilizado (grabación o sonorización en vivo, por ejemplo), las condiciones acústicas, la distancia de captación y el tipo de sonido que deseamos conseguir. Los micrófonos direccionales pueden eliminar ruidos no deseados, reducen los efectos de la reverberación y permiten aumentar la ganancia antes de que se produzca realimentación acústica. Sin embargo, en entornos acústicos favorables, los micrófonos omnidireccionales pueden preservar el ‘sonido característico’ del lugar en el que se está realizando la grabación, y a menudo son seleccionados por presentar una respuesta muy plana y estar exentos del efecto de proximidad. Además, comparados con los micrófonos direccionales, los omnidireccionales son normalmente menos propensos a producir ruidos mecánicos o de manipulación y, cuando se utilizan en exteriores, resisten mejor el ruido del viento. Los omnidireccionales también son menos susceptibles al “popping” que puede ser producido por consonantes oclusivas en las locuciones, tales como “p,” “b” o “t.”